El vestidor tenía todo para ser funcional: amplio, con un gran espacio de guardado y una distribución que, a simple vista, parecía estar en orden. Pero al observar con más detalle, nos dimos cuenta de que podía mejorar. No siempre se trata de “ordenar lo que está desordenado”, sino de lograr un sistema que realmente funcione para quien lo usa.
El resultado: un vestidor pensado para su dueño.
Este no era un vestidor caótico ni saturado, pero tenía un problema clave: la organización no respondía a la vida diaria de su dueño. Algunas prendas estaban divididas sin lógica, los zapatos ocupaban distintos espacios y los objetos de viaje no estaban ubicados de acuerdo con su frecuencia de uso. Además, había un detalle particular: su ropa variaba en talles debido a cambios de peso, lo que hacía que muchas prendas quedaran olvidadas y otras se amontonaran en perchas sin un criterio claro.
El proceso: cada prenda en su lugar, cada espacio con un propósito.
Comenzamos utilizando cajas de cuero, lo que transformó completamente la forma en que se guardaban las prendas. Cada caja se rotuló, permitiendo identificar su contenido sin afectar la estética del espacio.
Agrupamos la ropa en dos categorías, separando las prendas según los distintos talles que su dueño usaba en diferentes momentos. Además, reubicamos pantalones, trajes y valijas de acuerdo con la frecuencia de uso y la estación del año. No solo se trataba de optimizar el espacio, sino de hacer que cada cosa estuviera en el lugar correcto, facilitando la rutina diaria.
El resultado: un vestidor pensado para su dueño.
Lo que antes era solo un gran vestidor ahora era un espacio organizado con sentido. Cada prenda tenía su lugar, los zapatos estaban agrupados de forma accesible y las valijas dejaron de ser un estorbo para convertirse en parte de un sistema funcional.
El cambio no fue solo visual, sino práctico: su dueño ahora puede encontrar todo sin esfuerzo, acceder a lo que realmente usa y mantener el orden sin dificultad.
A veces, pequeños ajustes hacen una gran diferencia. Un vestidor ordenado no solo ahorra tiempo, sino que también transforma la manera en que vivimos nuestros espacios. ¿Te imaginás lo que podrías lograr con el tuyo?