A veces, el verdadero lujo no es tener más espacio, sino poder aprovechar bien el que ya existe.
Eso fue lo que pasó con esta pequeña despensa ubicada justo al lado del comedor, un rincón con muchísimo potencial… pero que, hasta ese momento, estaba desaprovechado.
Al entrar, el lugar se sentía abrumador: estantes llenos de cosas sueltas, alimentos mezclados con productos de limpieza, medicamentos, hasta un aspirador. Todo convivía en un mismo lugar sin orden claro. La necesidad de una organización real (funcional, práctica y también estética) se hacía evidente.
El desafío era encontrarle una lógica al espacio sin perder de vista que esa despensa está a la vista, pegada a la cocina. La solución debía ser funcional y, al mismo tiempo, visualmente armónica.
Comenzamos por lo esencial: clasificar y categorizar. Incorporamos contenedores plásticos resistentes, con manijas laterales y frente más bajo, ideales para ver fácilmente su contenido. Cada categoría encontró su lugar:
- Los alimentos abiertos separados de los cerrados.
- Las cápsulas de café y los saquitos de té, fuera de sus cajas y en organizadores accesibles.
- Las especias y condimentos agrupadas.
- Los frascos de vidrio para chocolates y caramelos, no solo por funcionalidad, sino también por lo bien que se ven.
Organizamos el espacio respetando una lógica de uso: lo que más se utiliza, a la altura de la mano; lo más pesado (como bebidas), abajo; lo que se necesita con menos frecuencia, arriba.
Esa habitación que parecía un depósito desordenado se convirtió en una despensa de revista: ordenada, accesible, agradable a la vista.
Ahora, al abrir la puerta, no solo se encuentra lo que se busca con facilidad, sino que también se disfruta ver cómo está organizado todo.
Porque organizar no es solo guardar cosas, es darles un lugar con sentido, pensar en el día a día y transformar el modo en que habitamos nuestros espacios.
¿Te imaginás qué podrías lograr en tu hogar con una organización pensada para vos?